Los holandeses rechazan el Tratado con más rotundidad aún que los franceses
·sin lugar a dudas | Un 61,6% de los ciudadanos holandeses votaron «no» al tratado Constitucional Europeo, frente al 38,4% que opto por el «si», con el 100% de los sufragios ya escrutados
Los ciudadanos holandeses rechazaron ayer de forma tajante la Constitución europea, con cifras incluso mayores de las que se preveían y una tasa de participación abrumadora. El primer ministro, Jan Peter Balkenende, se declaró «muy decepcionado» con el rotundo «no» de sus conciudadanos, pero anunció que respetará los resultados del referéndum consultivo y pedirá a sus socios europeos que los tengan en cuenta. Destacó como elementos «positivos» del proceso la elevada participación y el «intenso debate ciudadano» sobre Europa durante la campaña previa.
LA HAYA
«Los votantes han dado una señal muy clara que no podemos malinterpretar», dijo el primer ministro holandés. Cuando aún sólo se conocían los datos apuntados por los sondeos, atribuyó la fuerza del «no» principalmente a tres factores: la ampliación de la UE hacia el Este, la contribución excesiva de La Haya al presupuesto comunitario y la pérdida de soberanía. «Tenemos que hacer todo lo posible para asegurarnos de que los ciudadanos se sienten tenidos en cuenta» en Europa, recalcó.
El primer ministro holandés ya había mantenido contactos con diversos líderes europeos y con el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso. A todos les transmitió la idea de que el «no» holandés debe tenerse en cuenta pero que el proceso de ratificación del tratado tiene que seguir adelante.
«No hemos escuchado suficientemente a los ciudadanos, esto tiene que cambiar», afirmó Balkenende, un poco tarde. Finalmente, anunció que el Parlamento holandés debatirá hoy los resultados de la consulta y dijo que éstos no tendrán ninguna consecuencia política.
Ante el clima de «europesimismo» (para los partidarios del «sí») provocado por el referéndum galo, Balkenende había llamado a sus conciudadanos a no dejarse influir por el «no» francés. Su argumento, la necesidad de que Países Bajos siga en el centro del proceso de toma de decisiones europeo.
Débil campaña
Una de las razones del «no», dicen sus críticos, es la débil campaña liderada por Balkenende. Incluso el ex presidente del Banco Central Europeo (BCE) Wim Duisenberg pidió el «sí».
Sin referéndum, la Constitución habría sido ratificada sin problemas por el Parlamento holandés, dado que cuenta con el apoyo de los grandes partidos: los democristianos (CDA) de Balkenende y sus socios de Gobierno, el liberal VVD y el D66; y los opositores PVDA (laborista) e Izquierda Verde. En el campo del «no» están el ultraderechista Pim Fortuyn, el Partido Socialista y los partidos cristianos Christien Unie y SGP.
La oposición al Tratado Constitucional europeo coincide con un desapego de los partidos tradicionales holandeses, que ya empezó a verse en las legislativas de 2002. Tras la muerte en atentado del populista de derechas Pim Fortuyn, su lista se hizo con un 17% de los votos. La convulsión política y social que generó su muerte no ha hecho más que aumentar, sobre todo tras el asesinato, el pasado noviembre, del cineasta Theo van Gogh, cercano a Fortuyn, a manos de supuestos militantes islamistas. El segundo crimen generó una conmoción en una sociedad que se tenía por integradora y se vio seguido de asaltos a mezquitas y amenazas a musulmanes.
Especulaciones
Por ello, también igual que en el Estado francés, los motivos del rechazo al Tratado son difíciles de esclarecer, sobre todo teniendo en cuenta que los holandeses están entre los más europeístas de Europa un 75% apoyan la pertenencia al club.
Al descontento popular por la subida de los precios tras el euro y por la gestión del Gobierno de Balkenende, parece sumarse la percepción de que La Haya está perdiendo su peso en la toma de decisiones en una UE ampliada, apuntan los expertos.
Un sinfín de motivaciones para derribar los planes de los gobernantes
Jose Angel ORIA
DONOSTIA
Las circunstancias han hecho que una decisión política de los holandeses pase a ser el tema estrella en toda Europa. Más periodistas que nunca preguntaban ayer a los votantes de los Países Bajos y éstos olvidaban los discursos políticamente correctos para mostrar sin disimulo los íntimos temores o aspiraciones que les llevaron a acercarse a las urnas.
«He votado que ‘no’ porque no tengo confianza en el Gobierno», indicaba un jubilado de 65 años en un colegio electoral del centro de Amsterdam. Se mostraba muy crítico con la ampliación de la Unión Europea al Este, sobre todo con la incorporación de Polonia, «porque el 98% de los polacos son muy católicos y supersticiosos».
Un ‘no’ menos xenófobo era el de Patricia Nederveld, que regenta un coffee-shop (establecimiento autorizado a vender marihuana y hachís) en la misma ciudad. Afirmaba que con el euro todo es más caro.
No le convenció a Nederveld, ni mucho ni poco, el primer ministro, Jan Peter Balkenende, que a última hora del martes aún pedía un voto afirmativo al tratado constitucional europeo «para que progrese la economía». Aseguró Balkenende que el futuro de Holanda está en Europa y que comprendía los temores de la población, sin compartirlos, claro.
«Tecnócratas»
Su propia gestión (sólo el 19% de los holandeses la da por buena) y la de los «tecnócratas de Bruselas» son dos de los argumentos utilizados por los partidarios del no.
En cualquier caso, el «no» holandés no supondrá la caída del Gobierno, ya que el 80% de los parlamentarios holandeses apoya el «sí» y fue el Parlamento, no el Gobierno, el que decidió convocar la consulta.
El martes, a última hora, jóvenes militantes del partido centrista D66 trataban de convencer a quienes se encontraban por la calle de que el «sí» era la opción más conveniente, pero en su argumentación ya se adivinaba la convicción de que el «no» triunfaría finalmente, como ha terminado ocurriendo. Así, Tomas de Jager explicaba al periodista de France Presse que «yo respeto la opinión de la gente, pero estoy seguro de que si se tomasen la molestia de comprender de qué se trata en el fondo lo que se vota, optarían por el ‘sí’». Venía a reconocer que los holandeses no conocen qué votaban ayer, lo que deja en muy mal lugar a los partidarios del actual proceso de construcción europea, tan elitista y excluyente y, por ello, tan alejado del sentir de la calle. Pero ayer seguían apostando por continuar con el actual proceso.